Para el tema de hoy se necesita imaginación y algunas dosis de creerse la ficción. He avisado.
Hace tres millones y medio de años existe en el planeta por primera vez nuestro antecesor muy conocido como Australopitecus afarensis, un ser que si hoy en día va por la calle los NO CIENTÍFICOS se preguntan si es un simio o un antecesor de nosotros los humanos.
La suerte que tenemos lo que estudiamos mates es que sabemos que el cuerpo es simétrico y se sabría los componentes del lado izquierdo si tenemos los del lado derecho.
También deberéis saber que existe un libro sobre la evolución del hombre (muy interesante por lo que voy leyendo) que se llama Gelati y cuenta que cuando los paleontólogos encuentran restos de huesos de animal o algún antecesor dicen eso, diciendo helado en italiano. Pero esto sucede en un libro.
Y os estaréis preguntando, ¿por qué nos suelta este rollo?
Muy bien, me gustaría contarles la historia que hace un revuelo en la hora de averiguar sobre la evolución del hombre.
Hace poco un grupo de científicos buscaban en parte de Egipto y Tanzania (África) algunos restos de algo que les diera una pista, un avance, información que les permitiera avanzar…
-Gelati- se escucha de pronto
-¿Qué has encontrado Adrián?- le pregunta Jaime
-No sé aún- contesta al rato Adrián
Sacaron los restos encontrados bajo la tierra, entre todos lo extraían cuidadosamente para que no lo pasara absolutamente nada.
Pasaron los días, y las pruebas llegaban a su fin.
Una vez acabadas tuvieron la suerte de que se trataba de uno de sus antecesores. Lo descubrieron gracias a la pelvis, un hueso que dice mucho de nosotros, la columna vertebral y miembros inferiores que destacaban la marcha bípeda, como andamos nosotros.
La posibilidad de poder andar con los dos pies y libres de manos ya suponía un avance:
A la hora de correr, porque lo haría más rápido
A la hora de comer, pues podía utilizar las manos.
Lo único que quedaba era ponerle un nombre a aquel ser. Pero un nombre fácil para los demás, algo que sea sencillo de pronunciar.
Ya el jefe del estudio había puesto su nombre científico… Australopitecus afarensis… pero los chicos de ese departamento buscaban un nombre común. Los encargados de ese trabajo eran Fran, Gerardo, Jaime y su descubridor, Adrián.
Allí se encontraban ante los restos de un afarensis sin obtener alguna idea, un nombre que a todos les gustara.
-Lucy in the sky with diamons, Lucy in the sky with diamons- cantaba Mila mientras entraba por la puerta
Los cuatro chicos se miraron con la cara de ‘He tenido una idea, una gran idea’ y esa cara hizo confundir a Mila:
-¿Qué pasa?- pregunta desconcertada
-Gracias Mila- le dice Gerardo
-¿Por?- sigue confundida
-Hemos encontrado un nombre…- le contesta Fran sonriente
-¿Para quién? Te preguntaras- le dice Adrián en plan burlón
Mila asintió con la cabeza.
-Para ella- le dice Jaime al fin señalando a los restos del afarensis
Suspiró de alivio y con la misma salió de la habitación acercándose a la primera persona que vio por el camino y se lo contó todo, gracias al desahogo que tuvo con Moni, siguió andando con más tranquilidad.
Cuando se dio cuenta de lo que había logrado, saltó de alegría.
Y mientras ella saltaba, Moni, entraba al despacho del jefe del estudio, Manolo R. Y él, en tono burlón la recibió:
-¿Encontraron nombre ya?- se reía
-Pues si- se hace la enfadada Moni
- A ver, ¿cuál?
Moni, como si tuviera un misterio entre manos, se lo dijo, al final se rió al ver la cara de su jefe.
Y como la que no quiere nada, se largó de la habitación.
Manolo R. quedó desconcertado, preguntándose a quién se le hubiera ocurrido aquel nombre, tan simple y original a la vez…
-Seguro que fue Adrián- se escuchó su pensamiento en toda la habitación
Esperemos que su duda siga y no se entere que fueron The Beatles.
Desde Canarias, para Lucy, la primera afarensis encontrada.
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